De la mano de una fuerte presencia de la empresa Ferrero en Chile, así como también una amplia demanda desde Europa, el avellano europeo sigue creciendo en Chile.
Esa expansión que ha mostrado en el país en la última década, ha hecho que en los últimos dos o tres años los productores se hayan acercado a los productos biológicos, incorporando biocontroladores y bioestimulantes, con un especial foco en los consorcios de microorganismos, “que es lo que más ha generado interés”, sostiene Nicolás Manterola, asesor, especialista en avellano europeo y socio director de Vitrofarm.
El experto señala que, en general, “la tendencia en el uso de los biocontroladores va más hacia lo sanitario que lo nutricional, ya que en el avellano aún no hay tanta investigación o aplicación en el área nutricional”, dando cuenta de una situación más cercana al ensayo-error que de aplicaciones basadas en pruebas o estudios enfocadas en el avellano.
“Hay una tendencia, algo que se asemeja a ‘una moda’, que es la tendencia a lo sustentable. Todos van a ojos cerrados”, comenta, apuntando a que ese ímpetu también llegó al avellano, a pesar de una falta inicial de estudios, resultados o datos y que, por lo mismo, “no se están usando de la mejor manera estas herramientas”.
En los bioestimulantes, la avalancha de alternativas químicas y biológicas para los productores, tal como mencionaba Walter Masman, han generado confusión en muchos de los productores, de acuerdo a Manterola. “Las herramientas están, lo que falta es cómo lo difundes, o cómo tú capacitas para que se usen estas herramientas de la mejor manera”, comenta.
“Creo que hoy día (en el avellano) hay una confusión general, porque se están aplicando productos y no se está yendo al rendimiento. Entonces no nos estamos enfocando en el punto primordial, que es conocer a la planta y los mecanismos de estas herramientas”, explica, advirtiendo que, a veces, suelen aplicarse por aplicar.
Manterola destaca que actualmente están usando mucho ‘carriers’, que son ácidos carboxílicos o polioles, que son los dos carriers más trabajados que se conocen, y que “funcionan muy bien en la parte foliar, sobre todo cuando estoy iniciando los procesos vegetativos, porque toman los nutrientes y los distribuyen más rápido”.Destaca también la importancia que han tenido los productos biológicos antiestrés, como los aminoácidos, dadas las condiciones climáticas que se han registrado las pasadas temporadas, con inviernos muy fríos y fuertes vientos.
En términos de biocontrol, Manterola cree que aún no hay herramientas biológicas lo suficientemente efectivas para controlar insectos como el pulgón, cabrito y chinche; ni tampoco ovicidas, aunque sí ha encontrado efectividad en nemátodos, con los que ha tenido éxito en el control de algunos hongos. En la parte de los controladores de patógenos del suelo, como las Trichodermas, detalla que se han usado y se han trabajado muy bien, así como los Bacillus y Pseudomonas, “que se han trabajado de manera excelente, al igual que los ribosomas o rizobacter”.
Respecto a si los bioproductos han podido ocupar el lugar de los productos químicos, o incluso reemplazar alguno de ellos, Manterola explica que actualmente se está en un punto de ‘control compartido’, donde se aplican y combinan tanto químicos como bioinsumos en distintos periodos, como una instancia de manejo integrado.
“Por ejemplo, para controlar Xanthomonas, haces un análisis de la situación, un diagnóstico y, dependiendo de cuánta es la presión, yo aplico distintas estrategias. Hay productos de resistencia adquirida (RSA), precursores que son moléculas de estos biocontroladores que se meten a la planta, entran y le provocan una ‘reacción alérgica’ por llamarlo de una forma simple, que activa todos los mecanismos transmisores para poder defenderse”, explica el asesor.
Detalla que se aplican cobres, antibióticos u otros distintos tipos de productos que pueden ser muy efectivos para bajar presiones. Una vez que se concreta la baja, se incorpora algún precursor de RSA (como derivados del quitosano) para rematar con una nueva colonia, una nueva población o consorcio “que son colonizadores agresivos, y en caso que quede algún patógeno, vaya y lo colonice. ¿Por qué? Porque como el patógeno queda débil, este otro lo coloniza, lo ataca y lo erradica rápidamente. Entonces esa es una estrategia agresiva que después se mantiene con el biocontrolador”, sugiere.
¿Ha encarecido el costo del programa el uso de bioinsumos? De acuerdo al asesor, si se logra el objetivo, por kilo producido, es más barato, pero nominalmente hablando, es un poco más caro, aunque alude a que todos los nuevos programas que incluyen bioinsumos apuntan a un objetivo de producir más kilos por hectárea.
“En el caso del avellano estamos “semi amarrados” a usar estas alternativas más orgánicas, porque el mayor comprador es europeo y se rige bajo leyes de la comunidad europea. Si empieza a exigir el uso de este tipo de productos, lo encuentro muy beneficioso, y Ferrero ha hecho un buen trabajo en llevar producir lo más sano posible, siendo amigables con el medio ambiente”, afirma.